Comenzaban los octavos del mundial de México ’86, estrenándose de este modo un formato que por exitoso y emocionante ha pervivido hasta nuestros días, y se enfrentaban el anfitrión y Bulgaria en el incomparable escenario del Estadio Azteca. Acercándose el final de la primera, el medio Manuel Negrete lanzó una pared en el área, y cuando le llegó la devolución a demasiada altura, enganchó una media tijera violenta y seca, de plasticidad incomparable, que entró como un tiro en la meta de Mikhailov y que hubiera sido el gol del Mundial de no ser por Maradona. En cualquier caso, un buen símbolo de lo alegre y fresca que fue aquella Copa del Mundo y del buen papel de México en ella tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Curiosamente, en la tanda de penaltis contra Alemania Federal fue Negrete el único que acertó a batir a Schumacher.
sábado, 5 de junio de 2010
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