A diferencia de la literatura de ficción, por ejemplo, en fútbol queda hasta ridículo intentar una interpretación singular de lo sucedido desde un ángulo digamos que inédito. Porque, por lo general, también ese ángulo ha sido ya capturado por una multitud de desconocidos con vocación de raros. O sea que no hay nada que hacer. Se habla hoy en día de fútbol desde tantos puntos de vista que se agota el tema y, si uno quiere escribir de fútbol, lo más recomendable es acogerse a la operación más negativa que pueda recomendarse a un escritor de ficciones: ponerse el amparo del sentido común.
Nada queda fuera de la vista de los aficionados, lo que deja escaso margen para inventar. Y esto me recuerda lo que John Ford contestó (habló en plural, como tantos americanos) cuando le preguntaron si soñaba a menudo.
- Casi nunca soñamos ya. Y si lo hacemos se nos olvida. Como hablamos de todo, no nos queda nada para soñar.
Hablar tanto de fútbol termina por poner al descubierto que los seres humanos, hasta los más excepcionales, tienen sus límites. A veces, el asunto adquiere tonos patéticos. El taconazo de Guti, por ejemplo. Se agotaba la noticia en el propio taconazo y, sin embargo, pasamos una semana hablando de la supuesta gesta. El fútbol sirve para recordamos semanalmente nuestros límites. Ya se encargan otras actividades más presuntuosas de enmascarar, de disimular nuestras carencias como humanos. Hay disciplinas que se encargan ellas mismas de no agotar sus temas. Por eso, políticos, economistas y científicos hablan de forma tan intrincada, utilizando un lenguaje enrevesado que disimula hábilmente los trágicos contornos de nuestros límites como humanos. El fútbol, en cambio, insiste todas las semanas en ser ingenuo, humilde y hasta generoso y no tiene reparo en mostrar alegremente las vergüenzas de la condición humana, tan limitada. Todo eso lleva a que el fútbol no pueda ausentarse. Es clave para nuestras vidas, para un ecosistema que descansa sobre la necesidad de que creamos que somos limitados sólo cuando hablamos del taconazo de Guti, pero nunca cuando lo hacemos de política, economía, ciencia.
Es una pena que le esté prohibida la afonía al fútbol, porque ésta aumentaría su prestigio. ¿O no se da el caso de que añoramos a antiguos presidentes de la nación, a veces incluso a los más zoquetes, tan sólo porque con su desaparición por el foro nos han hecho casi olvidar aquellas pavorosas limitaciones que nos mostraban en el desgastador día a día? De Zapatero y Rajoy, por ejemplo, si algún día comenzáramos a verlos con menor frecuencia, es posible que pudiéramos olvidar incluso sus obvias y humanas limitaciones, tan evidentes actualmente en los machacones informativos.
Hola Andric!
ResponderEliminarPost bien razonado :)
Destaco el comentario de Dani Alves, nuevo "canterano" del Barça.
Saludos desde Barcelona
Sílvia
Tienes mucha razón. El Barça ha echado en falta a Alves muchísimo. Pero en estos momentos también echa en falta algo que no se sabe muy bien lo qué es.
ResponderEliminarno le falta nada , solo es la curva normal de rendimiento que tienen todos los equipos , es un equipo que alcanzó el tope máximo en el mundo futbolero de los clubes, no me parece nada anormal que baje su rendimiento. Aparte no son jugadores del FIFA 10
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