Por Marco Dávila
Hacerse odiar por muchos es más difícil que ser querido por todo el mundo. No por nada un montón de actores han hecho el papel de Batman mientras que solamente uno (Heath Ledger) ha logrado interpretar con éxito al Guasón. Y es que mientras el afecto puede crecer con el simple hecho de no estorbar, el odio no puede subsistir si se descuida por un solo día.
El Real Madrid lo ha entendido a la perfección y por ello a lo largo de 60 años no ha dejado de armar equipos que funcionan como Panzers y ganan títulos a racimos. Si suena fácil es porque se trata del Madrid y nos hemos acostumbrado a verlo en la cima del podio. Pero muchos equipos que son su equivalente en las ligas donde juegan han fracasado rotundamente en su rol de antihéroe para terminar mendigando aquello que nunca debería pedirse con la mano extendida: el odio.
El América es uno de ellos. River Plate, Juventus y Olympique de Marsella se suman a la lista. Pobres. Dejaron de ser la bestia negra de sus rivales para convertirse en el monstruo tierno que habita debajo de la cama, de modo que cuando alguien declara "cómo odio al América" lo más probable es que en realidad quiera decir "cómo odio todo aquello que me recuerda a Televisa".
Siembran lástimas flacas mientras el Real no deja de cultivar antipatías.
En esta temporada, con Mourinho en el banquillo y Ronaldo celebrando goles a destajo, ya deben ser billones en todo el planeta. Encima el Real Madrid juega como demonio, cosa bastante redituable cuando se trata del malo de la película. Y esta vez no se ve por ahí al chico bueno que pueda detenerlo. Ni siquiera el “humilde” Barcelona.
Tal parece, entonces, que el próximo año Real Madrid se quedará con todo. Si así sucede lo vamos a odiar más que nunca. Le vamos a escupir al escudo de la franja púrpura cuando sus aficionados canten el alirón en la fuente de Cibeles. Vamos a decir que lo ganaron todo gracias a su gordísima chequera... y luego, al menos yo, le daré las gracias de corazón.
Sin villanos de verdad el futbol sería una vergüenza.
El Real Madrid lo ha entendido a la perfección y por ello a lo largo de 60 años no ha dejado de armar equipos que funcionan como Panzers y ganan títulos a racimos. Si suena fácil es porque se trata del Madrid y nos hemos acostumbrado a verlo en la cima del podio. Pero muchos equipos que son su equivalente en las ligas donde juegan han fracasado rotundamente en su rol de antihéroe para terminar mendigando aquello que nunca debería pedirse con la mano extendida: el odio.
El América es uno de ellos. River Plate, Juventus y Olympique de Marsella se suman a la lista. Pobres. Dejaron de ser la bestia negra de sus rivales para convertirse en el monstruo tierno que habita debajo de la cama, de modo que cuando alguien declara "cómo odio al América" lo más probable es que en realidad quiera decir "cómo odio todo aquello que me recuerda a Televisa".
Siembran lástimas flacas mientras el Real no deja de cultivar antipatías.
En esta temporada, con Mourinho en el banquillo y Ronaldo celebrando goles a destajo, ya deben ser billones en todo el planeta. Encima el Real Madrid juega como demonio, cosa bastante redituable cuando se trata del malo de la película. Y esta vez no se ve por ahí al chico bueno que pueda detenerlo. Ni siquiera el “humilde” Barcelona.
Tal parece, entonces, que el próximo año Real Madrid se quedará con todo. Si así sucede lo vamos a odiar más que nunca. Le vamos a escupir al escudo de la franja púrpura cuando sus aficionados canten el alirón en la fuente de Cibeles. Vamos a decir que lo ganaron todo gracias a su gordísima chequera... y luego, al menos yo, le daré las gracias de corazón.
Sin villanos de verdad el futbol sería una vergüenza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario